Seguramente conoces a alguien a quien todo el tiempo se le dice que es un Grinch porque no es muy afecto a festejar estas fiestas navideñas o siempre está de malas.

El Grinch, es un término que se utiliza para señalar al típico gruñón, ese ser enojado y molesto con la gente y las fiestas.

Al igual que en el personaje ficticio, los verdaderos Grinchs que existen en todas partes en este mundo profano, tienen ciertas características que los distinguen de los demás.

Por ello es importante ver si nosotros somos unos Grinchs o simplemente somos como los demás mortales.

Un verdadero y puro Grinch, siempre está enojado porque está en contra de lo establecido como sociedad.

Le molesta el sentido comercial y de mercadotecnia que las tiendas departamentales, plazas y comercios hacen de una celebración espiritual, para fomentar las compras de artículos que muchas veces no necesitamos.

Para esta sociedad, la persona que no compra regalos de Navidad es considerado un Grinch, se le cuestiona y señala sin saber las causas reales de tal decisión.

El Grinch está en contra de todo aquello que lastima a las personas, la ofensa, el maltrato, la burla, el racismo, el menosprecio, el despotismo, la mentira y la injusticia.

No soporta vivir en un mundo en donde se protege y se le da más valor o por lo menos se encubre a la corrupción, al robo, al maleante, al secuestrador, al narcotraficante y al político ladrón.

En un país donde ser honesto, honrado y trabajador es visto como un pobre pendejo, no es algo que le guste o acepte.

El Grinch no acepta a los #Lord y #Ladys que han surgido en estos tiempos de la información digital y redes sociales, seres prepotentes y ofensivos que abusan de su superioridad económica o inferioridad mental para golpear, lastimar y agredir a los demás.

Esas lacras de la sociedad que no respetan los estacionamientos para minusválidos, esos que no ceden el lugar en el camión a un anciano (hombre o mujer), a una mujer embarazada o a la madre que lleva 2 o3 niños.

Los Grinchs están en contra de la burla oficial, en donde hay ex-gobernadores, presidentes y funcionarios de gobierno que roban las arcas de la Nación, dejando sin escuelas, hospitales, medicinas, caminos, puentes y tantos otros servicios que pudieran hacer de este país un mejor lugar para vivir.

No acepta al policía que te detiene solo para inventarte una multa y sacarte dinero, no soporta a todas esas personas que tratan de engañarte y de obtener un beneficio a tus costillas, es decir a los hipócritas que se dicen ser tus amigos, te saludan de mano, te dan una palmada en la espalda pero que no dudan en darte una puñalada cuando así conviene a sus intereses.

EL Grinch respeta las diferentes formas de pensar de la sociedad, sus religiones, costumbres, gustos, sus preferencias sexuales, comida, bebida, deportes y diversiones entre muchas más y no critica o señala pensando que su razón es la única e inobjetable.

El Grinch no engaña y en esta fiestas, tiende a regalar jarrones de amor, frascos de fe, paquetes de esperanza, cajitas de salvación, mucha sabiduría, fardos de perdón, canastas de paz y muchos otros dones entre los que destaca su verdadera y leal amistad y amor para él y los suyos.

¡Upss! Creo que soy un Grinch