El Non Alcoolic Steato Hepatitis o NASH es una enfermedad hepática no causada por alcohol, sino que por el consumo excesivo de refrescos (entiéndase por el consumo de al menos una bebida azucarada al día), grasas o azúcares. Conocida también como la “enfermedad del refresco” o “hígado graso” es una sobrecarga de azúcar que se convierte en grasa que se acumula en el hígado, ya que es incapaz de eliminarla (después de unos años) debido a la cantidad excesiva, causando su inflamación, pudiendo provocar fibrosis, que con el tiempo puede progresar en una a cirrosis o incluso cáncer.

Esta enfermedad está estrechamente relacionada con la diábetes y la obesidad, pudiendo ser tanto consecuencia del consumo de refresco, como factores de riesgo para el desarrollo del hígado graso. Según un artículo de Le Nouvel Observateur del 13 de marzo 2017, 22% de los diabéticos y 90% de las personas con obesidad se ven afectadas. Esta condición puede conllevar además a complicaciones o padecimientos de enfermedades cardiovasculares.

¿Los refrescos "light" son seguros?

Sin embargo, los estudios que se han llevado a cabo sobre el tema no han asociado el desarrollo de NASH con el consumo de bebidas “light”. No obstante, otros estudios han comprobado que el consumo habitual de endulzantes artificiales (aspartame, fructuosa…) de los famosos refrescos “light”, pueden desarrollar enfermedades del corazón, derrame cerebral, diábetes e hipertensión, entre otras, sin mencionar que contribuyen fuertemente al aumento de peso.

Prevención y voluntad ante todo

El NASH es una epidemia silenciosa, ya que no presenta síntomas, siendo su detección a través de una biopsia del hígado. Además, no existe ningún tratamiento efectivo para curar esta enfermedad. Los pacientes con este padecimiento son recetados con medicinas que se están desarrollando, poco a poco, sin resultados contundentes.

El tratamiento principal consiste en una dieta de bajo contenido en azúcar y grasas - obviamente con la prohibición de consumir refrescos -, y actividad física regular. Ésta última es generalmente la más difícil de comenzar y de llevar a cabo continuamente, sobre todo por nuestro tren de vida, por lo que lo mejor es realizar una actividad que nos guste - no todos estamos hechos para el gimnasio -; hacer ejercicio en compañía de alguien siempre es más divertido y motivador.

Si un día le da mucha flojera ir a hacer ejercicio, no piense en el esfuerzo ni del desplazamiento, ni del ejercicio en sí, mejor ¡piense en la recompensa!, en la inmensa satisfacción que sentirá al finalizar y de haber decidido hacerlo; se sentirá contento y orgulloso de sí mismo.

También, para los pacientes con sobrepeso se les recomienda perder de 8 a 10% para mejorar la función hepática y reducir el riesgo cardiovascular. Para perder peso no existen recetas milagrosas, siempre implica esfuerzo tanto físico como mental y, sobre todo, mucha paciencia. Hay que tomar en cuenta que todo esfuerzo es bueno; tampoco se trata que de la noche a la mañana uno deje todos los malos hábitos, ya que es imposible, pero sí hacerlo de forma paulatina pero contundente.

Si no sabe cómo comenzar, lo mejor es consultar a un nutriólogo, ya que comer sanamente no implica sufrir o matarse de hambre; incluso el saltarse comidas genera aumento de peso ya que el cuerpo guarda provisiones en forma de grasa para cuando se le prive de comida, además, uno tiende a comer más después de haberse saltado alguna comida por lo mismo de las provisiones. Recuerde que ¡lo importante no es la cantidad sino la calidad!

Si bien es verdad que hay veces en las que se antoja tomar un poco de refresco, se debe cuidar de no abusar de éste, así como no hay que abusar de ningún tipo de alimento o bebida. Como en la mayoría de las enfermedades, la mejor defensa es la prevención.