Charlie Parker es sin lugar a dudas un símbolo de la historia del Jazz a la altura de John Coltrane, Duke Ellington y Miles Davis. Cumple con todos los estereotipos del perfil de la época dorada del éste complejo género musical: afroamericano en un periodo de racismo, pobre, sin educación formal, abandonado por su padre, con una hija difunta. Finalmente muerto en la pobreza a causa de una afección cardiaca resultado de sus adicciones.

Este padre del Bebop inspiró a Julio Cortázar para la realización del cuento El Perseguidor, a Clint Eastwood para la película Bird con Forest Whitaker como protagonista y a Damien Chazelle como referencia de admiración de los personajes centrales de sus multipremiadas obras Whiplash y La La Land.

Spoiler alert: por cierto, ¿Qué le habrá hecho el Jazz a Damien Chazelle para que eligiera como destino la soledad en los papeles protagónicos de ambas películas, ambos apasionados de aquella música?

Si bien en ambos filmes se hace alusión al legendario apodo de Parker, del que hay gran cantidad de versiones sin confirmación, es en Whiplash (recientemente lanzada a través de la plataforma virtual Netflix) donde las anécdotas alrededor de éste músico sigue creciendo. Y es que allí se menciona que Jo Jones le arrojó un platillo de su batería directo a la cabeza.

¿Aquello ocurrió realmente?

No. Sin embargo, sí fue un gesto de parte del percusionista el que llevaría a Bird a ganarse su lugar en la historia del jazz.

Fue en 1937 que un Charlie Parker de apenas 16 años se formó en la fila de músicos a la espera de una oportunidad en el escenario del Reno Club en Kansas City, donde se llevaba a cabo una jam session lidereada por el reconocido baterista de la Orquesta de Count Basie, ícono del swing.

A Charlie aún le quedaba mucho aprendizaje por delante.

Aquella noche perdería la melodía y el tempo. Eso era imperdonable. Jones paró inmediatamente y dejó caer un platillo a los pies del saxofonista, tras desmontarlo de su atril. En medio de carcajadas y abucheos por parte del público, Charlie partió de ahí. Ésta era la segunda ocasión en la que se enfrentaba al ridículo público y ambas ocasiones fueron parteaguas para que Parker redoblara esfuerzos.

La disciplina y pasión de éste músico le darían la razón trayendo al mundo un nuevo género musical.

Como el Fénix, Bird renacería de las cenizas. Es claro que el hito de Charlie Parker se ha ganado un sitio en la historia de la música para la eternidad y, como toda la leyenda seguirá rodeándose de mitos.

Dos recomendaciones y un segundo spoiler alert: Ver Guy and Madeline on a Park Bench, la opera prima de Damiien Chazelle, cuyo tema central es también el Jazz (*en ésta cinta del tipo musical sí “triunfa el amor”) y escuchar el Album Bird & Miles, que forma parte de su mejor etapa creativa.