En los últimos días, hemos sido testigos de hechos de barbarie y violencia que hacen pensar que México, ya se salió de control.
Asesinatos, secuestros y robos se han convertido en los delitos menores.
El descarado robo a la nación y el enriquecimiento ilícito de ex-gobernadores que huyen bajo el cobijo de sus partidos, son afrentas que lastiman y laceran la dignidad de todo el pueblo.
La corrupción ha alcanzado niveles tan altos y descarados, que ahora son motivo de admiración pública y reconocidos entre la sociedad. A ese hombre o mujer corrupto, el pueblo les tiene que rendir honores de primer nivel.
Es tal el grado de ingobernabilidad por parte de las autoridades, que la misma población está empezando a hacerse justica por su propia mano “ojo por ojo, diente por diente”.
¿Hasta donde vamos a llegar como país?
Urge una solución pronta y expedita que instale un estado de derecho efectivo e inviolable, con castigos más severos que castiguen severamente a todo aquel ciudadano sin importar su posición en la sociedad, haga daño con alevosía y ventaja a la gente y a la nación.