Gracias a unos contactos Jacobo logró llegar hasta los Pinos, conoció a la hermana del expresidente de México, Margarita López Portillo, la cual estaba muy interesada en la propuesta de Grinberg de la creación del Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia. A cambio de darle apoyo económico le pidió le enseñara lo que sabía sobre la meditación.

El día que conoció a Margarita, también tuvo la oportunidad de conocer a la curandera psíquica Barbara Guerrero, mejor conocida como "Pachita". Platica Grinberg que cuando Pachita llegó a la casa de Margarita, los pájaros comenzaron a cantar como si la estuvieran saludando.

Era una mujer ciega que podía ver por medio de un ojo interno desarrollad, a lo que Jacobo llamó, "Visión Extraocular".

Pachita de inmediato notó la presencia de Jacobo y lo invitó a ser partícipe de sus curaciones. Ella curaba a través del "Hermanito", un ser que poseía su cuerpo y la guiaba para realizar las sanaciones en las que utilizaba pedazos de órganos de animal y sangre. Cuando ella volvía en sí, decía no recordar nada de lo sucedido. Este ser, el "Hermanito" afirmaba ser el emperador azteca "Cuauhtémoc" ahora como un ser transcendido e iluminado.

De estas experiencias que cambiaron la visión de Jacobo y lo trastocaron como una persona científica, escribió un libro, con el permiso de la misma Pachita y del Hermanito.

En algún momento le pidieron a Jacobo ser el enlace para la realización de una película pero el "Hermanito" se negó.

Amenazas y locuras

En una de las sesiones con el "Hermanito" éste le confesó a Grinberg que Margarita había sido amenazada desde la Presidencia. Ya no querían que siguiera Jacobo trabajando con ella y que si lo hacía alguno de los dos moriría.

Jacobo lo tomó sin importancia, pero el "Hermanito" le insistió en la seriedad del aviso.

Y así comenzaron en la Universidad los rumores sobre su persona y su seriedad como investigador. Decidió comprarse un terreno en el bosque, cercano a la ciudad de México, ahí con sus ahorros construyó una cabaña, la cual habitó por un año, hasta que su padre le heredó un departamento en la condesa.

Así, en este departamento cargado con las sombras de los antepasados, lo empezaron a rodear con su energía, no se sentía tan contento como en la soledad rodeado de la naturaleza. Y entonces un día decidió absorber la contaminación de la ciudad, por medio de meditación y de ejercicios de respiración. Se percató que en la calle donde se ubicaba su edificio y en manzanas a su alrededor había desaparecido el smog.

Le comunicó a la Secretaría de Ecología ofreciendo su técnica pero lo miraron extrañamente y le rechazaron su ofrecimiento.