El descubrimiento de las vitaminas ha permitido comprender, curar y prevenir enfermedades consideradas epidemias como el escorbuto, el beriberi y la pelagra. Estas enfermedades antiguamente atacaban a grupos poblacionales que comían en exceso, pero cuya alimentación era poco balanceada: marinos durante largos viajes, ejércitos en campaña y poblaciones aisladas que vivían de cultivos locales.
Se presentía la existencia de las vitaminas aún sin conocerlas cuando, a fines del siglo XIX, las observaciones del médico holandés Eijkman, en una penitenciaría de Java, confirmaron la idea de que unas sustancias, aún desconocidas, participaban en el equilibrio alimentario.
Los detenidos alimentados exclusivamente con arroz blanco, sufrían de beriberi, pero no así los guardianes cuya alimentación era más variada.
La primera de estas sustancias, en realidad una mezcla de varias vitaminas, se aisló en 1912. En virtud de su fórmula química (una amina) se le bautizó “vitamina” o “amina de vida”. Posteriormente no sólo se ha descubierto la identidad real y múltiple de la amina de 1912, sino que se han aislado muchas otras vitaminas.
Las vitaminas se clasifican en dos categorías: las que se disuelven en los cuerpos grasos (liposolubles) y las que se disuelven en el agua (hidrosolubles). Todas tienen un papel primordial en la asimilación y utilización de los alimentos.
Cada vitamina tiene una acción específica en el organismo y ninguna otra la puede remplazar. Por lo tanto, el suministro debe tener cierto equilibrio.
El exceso de una vitamina puede ocasionar un déficit relativo de otra. Siempre es preferible aportar la ración vitamínica de una alimentación balanceada, salvo en los casos de enfermedad los médicos prescribirán las dosis adecuadas.
Beneficios de la vitamina A
Tiene como función la constitución del pigmento fotosensible del ojo, visión en la oscuridad, mantenimiento de la integridad de la conjuntiva y de la córnea. Es ideal para prevenir el envejecimiento de la piel y ofrece resistencia a las infecciones. La vitamina A se encuentra en alimentos como el hígado de res, mantequilla, yema de huevo, leche entera, queso graso, pescados grasos, espinacas, zanahorias, perejil, col, naranjas, germen de trigo, arvejas y tomates.
Las bondades de la vitamina D
Contribuye a mejorar las enfermedades óseas, debido a su capacidad reguladora del metabolismo fosfocálcico. La carencia de vitamina D provoca raquitismo en el niño y osteomalacia en el adulto. Una fuente importante de vitamina está contenida en el sol, cuyos rayos UV la sintetizan, a partir de los esteroides de la piel. Igualmente la vitamina D está presente en la leche materna, aceite de hígado de bacalao, mantequilla, hígado de res, huevos y pescados grasos.
¿Para qué tomar vitamina E?
Es apropiada para proteger la piel y detener el envejecimiento prematuro. Los ginecólogos también la recomiendan para evitar la aparición de quistes mamarios y ováricos. Algunos de los alimentos que contienen vitamina E son: el aceite de maíz, de girasol y de soya; las margarinas de girasol y maíz, el aceite de maní, de oliva, el germen de trigo, los guisantes, col, zanahorias, lechuga, perejil, hígado, huevos, mantequilla y leche entera.
Propiedades de la vitamina K
Indispensable para la coagulación de la sangre, esta vitamina es prescrita por los doctores en casos hemorragias, igualmente cuando la mujer presenta ciclos menstruales con abundante sangrado. Las fuentes de vitamina K son el hígado de res, tomates, espinacas, guisantes, papa y pescados.
¿Y la vitamina C?
Tiene propiedades antigripales. Cuando la persona desarrolla una gripe, esta suele durar alrededor varios días, debido a su condición viral. Los médicos recomiendan a los pacientes tomar una tableta de vitamina C al día para ayudar a mejorar los desagradables síntomas gripales. La vitamina C se encuentra frutos cítricos como la naranja, mandarinas, limones, fresas y kiwi.