Ahora todos saben que el jamón cocido puede contener fosfatos: por esta razón, varios fabricantes han invadido el mercado con tipos de jamón sin polifosfatos añadidos. Pero desafortunadamente ese tipo de comida es solo la punta de un iceberg del cual a menudo desconocemos la composición. De hecho, hay cientos de alimentos diarios que contienen estas sustancias nocivas para la Salud.
Los aditivos a base de fosfato se agregan a los quesos, purés, helados, leche UHT, bebidas a base de cola, bebidas deportivas,
empanizado de preparaciones de pollo, etc.
Su uso está muy extendido porque los fosfatos previenen la formación de coágulos en la mezcla y mejoran la consistencia de los alimentos.
Si se establece un valor límite para cada tipo de alimento, utilizando diferentes alimentos que lo contengan, podemos exceder con seguridad la dosis diaria permisible, lo que puede dañar nuestra salud.
Es precisamente el fósforo artificial el que es nocivo, a diferencia del natural que no es metabolizado por nuestro cuerpo y es expulsado. Los altos niveles de fosfato pueden causar problemas cardíacos, especialmente en personas con enfermedad renal crónica. Incluso los sujetos sanos sufren daños en las coronarias que se endurecen si se exponen a los fosfatos, por lo que pueden estar más predispuestos a las enfermedades del corazón.
El problema de las etiquetas
Es difícil cuantificar la cantidad de polifosfatos presentes en un alimento porque, aunque se indica la presencia de los aditivos, no se requiere la cantidad en miligramos en la etiqueta.
Es posible rastrearlos haciendo un poco de práctica con los acrónimos en la etiqueta: los fosfatos se indican con la letra Y seguida de un número.
Los más comunes son de E338 a E343, ácido fosfórico, fosfato de sodio, amonio, magnesio y calcio, y se encuentran en productos tales como refrescos, bebidas de leche, gelatinas, quesos y carnes preparadas, sopas preparadas y empanado, queso procesado, suplementos alimentos, helados y postres, cacao, productos con chocolate y galletas.
Los difosfatos, trifosfatos y polifosfatos, marcadas con las siglas E450, 451 y 452, se pueden encontrar en sopas, caldos, té, bebidas de leche, goma de mascar, jarabes aromatizados, jamón, queso fundido, azúcar en polvo, mariscos alimentos congelados, productos de papa y bebidas a base de café en máquinas expendedoras. Finalmente, los códigos E 541 a 545 indican las polifosfatos de calcio, amonio y sodio presentes en alimentos tales como leche en polvo, harina de patata, pudín, salchichas cocidas, carne de pavo y productos de confitería.